domingo, febrero 08, 2009

El retorno

Amanecía la Ciudad de México cuando salimos

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Chicago se vestia de tarde cuando llegamos

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Jarana al hombro,

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Madison luce de claro. Hay cinco grados. No nos podemos quejar: es una buena bienvenida.

8 comentarios:

dintel dijo...

Cinco grados, aquí hace doce y ya estoy temblando...

Anónimo dijo...

Cinco grados, qué suerte!!! jjajaj.
Besotes, gracias por la crónica del viaje.

Irreverens dijo...

Bueno, ya me he puesto al día yo también.
Y aquí estoy contigo y esos cinco grados.
:)
Porque ayer por la mañana, cuando me levanté, el termómetro que tenemos fuera de la ventana del comedor también marcaba 5 grados.
:D
Precioso viaje, Raquel.

¡Y qué bien aprovechado!

Raquel dijo...

Dintel,
y no sabes cómo se agradecen. Hasta se ha derretido un poco de nieve.
Ánimo con esos doce, que tú puedes.

Mita,
¿y allí cómo está el frío?
Me faltó un post sobre las comidas. Ay! a ver si lo puedo hacer pronto y si no, otra vez será.

Irreverens,
ahora hay que volverse a instalar en esta otra realidad, que ya mis vacaciones se alargaron un poco, ¿no? Pero qué bueno haber podido hacer ese viaje.
Besotes

Banderas dijo...

¡Hola de nuevo! He dejado de leer justo cuando te ibas y acabo de volver ahora que has llegado... casualidades...

Me ha encantado tu viaje de vacaciones, encuentros, música, arquitectura, colorido, comidas... todo me sabe tan exótico pero tan auténtico... nada que ver con las guías de viajes, claro.

Me apunto a unos tamales, unos tacos y lo que caiga... en fin, me voy a cenar con mis niños, que me llaman.

Bicos ;-)

CarmenS dijo...

El guacamoles es un invento fantástico. Además, seguro que allí sabe mejor que lo que podemos degustar en otros sitios.

CarmenS dijo...

Bueno, debería haber escrito lo anterior más abajo pero es que he hecho el recorrido general y no me daba cuenta de que ya nos estábamos montando en el avión.

Raquel dijo...

Baderas,
¿qué tal tu cena?
besos

Cecilia,
pues te puedes imaginar el sabor de todas las comidas allí. El guacamole de la Hostería de Sto Domingo estaba muy bueno. A mí también me parece un invento fantástico.
Un abrazo