jueves, noviembre 11, 2010

De Veracruz a Citlaltépec

Suenan las chicharras y los grillos. Un perro ladra a un cielo poblado de estrellas, tal vez al silencio. El recorrido de hoy ha sido largo. Un viaje que en coche se haría en tres horas, lleva siete en autobús. Es Ado, sí, pero no la línea de lujo, que no llega a este norte de la Huasteca veracruzana. Voy hacia Naranjos y desde ahí, en un autobus o en taxi a un pequeño lugar que se llama Citlaltépec. Mañana comienza el festival que he venido a ver, Son raíz. Todavía no pienso en eso. Son muchas horas de viaje y el mejor espectáculo está a través de la ventana

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Me lleno de verde, de ríos,

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momentos

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de rancherías, montañas, palmeras,

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Puestos de comida cuando nos acercamos a poblaciones

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Al llegar a Citlaltépec, volver a descubrir, como en Tierra Caliente y en Huejutla, que mi teléfono no funciona: no hay señal de Movistar. Dos grandes compañías se reparten el monopolio en el país, Movistar y Telcel. En su propia guerra, Telcel es la gigante y poderosa que llega a la mayor parte de pequeños lugares como éste. Es decir, estoy sin teléfono. ¿Dónde decirle al taxista que me deje? Había hablado con la persona que organiza el festival, él me había reservado una habitación en un pequeño hotel, pero sólo tenía el nombre del dueño. Decidimos parar en una tiendecita, cerca del centro. Le pregunté al chico si me hacía el favor de dejarme hacer una llamada, que yo pagaba lo que fuera, que estaba buscando a tal persona o a tal otra del hotel. “Pague su taxi, yo la llevo”, me contestó. Así. ¿Será que los lugares pequeños siguen teniendo eso tan difícil de encontrar en los grandes?
Dejo las cosas y salgo antes de que se haga de noche. Alrededor del zócalo es donde se siente un poco de movimiento. Sin buscarlo, voy encontrando niños que distraidos juegan con unas u otras cosas

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En el zócalo la carpa está levantada y la tierra para colocar la tarima está ya dispuesta

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Voy hacia allá y veo a gente que probablemente sea parte de la organización del festiva. Así es. Me quedo con ellos y poco a poco el grupo se va haciendo mayor. Como pájaros llamados a un mismo fin, nos retiramos para ir a cenar y para sentarnos a compartir una noche que es antesala de otra de esas reuniones musicales a las que llegan gentes de distintas partes del país. La mayoría por amor al arte. Me acogen como a una más.

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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te imagino por esos lugares llenos de originalidad con un entusiasmo inmenso por conocer costumbres de todo tipo, desde las musicales, hasta las sociales intimistas de esos pueblos que conoces bien pero que siempre nos lo cuentas con prisma diferente, porque es así, lo humano y casi siempre lo humilde, tiene mucho más a enseñarnos de lo genuino que es la condición de los pueblos.
Me encantó como narras lo de la señora maestra (Dolores). Me pregunto si viajas sola, me ha parecido entender que en algún momento te acompañaban, pero no estoy seguro ¡Eres una valiente! Que todo valla bien y sobre todo que disfrutes de tu pasión. Te lo deseamos.
Margarita y J.M.

dintel dijo...

ES toda una aventura. Qué desnudos nos sentimos sin teléfono.

Loli Martinez dijo...

Mágico viaje por amor al arte...Felicidades .Un placer visitarte.
Un besazo .

Raquel dijo...

Margarita y J.M.,
ya os contaré más detalles. P. viene el día 20 y nos reunimos el 23. No ha podido ser viajar juntos esta vez.
Estar aquí es como estar en esos sitios maravillosos que apenas si se conocen, como Lagunilla, el gallo, el perro, las estrella, la gente que ayuda.
Gracias por estar ahí.

Dintel,
es terrible acostumbrarse al teléfono, a internet. Bueno, es que nos hemos acostumbrado a su inmediatez y se nos olvida confiar en otras formas de comunicación.

Loli,
me quedo pensando en eso, en por amor al arte. Y sí, nunca mejor dicho. Un beso y gracias!