miércoles, noviembre 14, 2007

Por dentro

Siempre me asombra pensar en la simplicidad de algunas cosas y cómo de esa simplicidad se pueden elaboran verdaderos universos. Así es el universo sonoro que nace de la sencillez física de los instrumentos de cuerda. Así el interior de su tapa superior, la barra armónica, las huellas del tiempo en los refuerzos de la madera, la historia de quien con sus manos ahonda cada nodo entre veta y veta

(Le doy las gracias a Carol Willett por dejarme utilizar esta foto)

5 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

Sencillez, como tu entrada. Yo a veces también me maravillo de que de la madera pueda salir tanta música. Claro, que viendo esa foto es fácil deducir que es que la madera tiene vida propia.
Yo ya sabes que también soy de instrumento de cuerda. Vocal, cuerda vocal. XD
Besitos/azos.

Luis López dijo...

Interesante pensamiento. Saludos.
L.

Raquel dijo...

Mariano, totalmente de acuerdo. Siempre me da pena ver los violines así pero sé que de vez en cuando, una operación es necesaria.
Un besote

Luis, pasa igual con el lente de una cámara fotográfica, ¿cierto?

Un abrazo

Tawaki dijo...

Hay una ley de Murphy que dice que cuanto más complicado es un aparato, más probabilidades hay de que se estropeee. Así que, mejor simple.

Besos,

Raquel dijo...

Tawaki, es buena esta forma tuya de pensar. Igual, simples o complicados, los instrumentos se estropean y hay que cuidarlos como el cantante (¿verdad mariano? cuida sus cuerdas vocales.
Un abrazo