Gracias por el impulso, el corazón de frente, la palabra compartida, el hilo que tanto me conecta con vosotros.
Llegan mensajes. En cada mensaje, un rostro. En cada comentario, una emoción. No sería yo si no estuviérais. Cada uno de vosotros me deja ser lo que soy. Me urge seguir viviendo. Los días siguen siendo ese vértigo indescriptible que a veces no se deja querer y otras muchas es arrebatador.
Muchas cosas bonitas hoy, muchas sonrisas inesperadas de niñas violinistas que viven la música como si estuvieran abriendo los pétalos de terciopelo de la rosa blanca para ir descubriendo su interior con suavidad e imaginación. (¿Qué sería de los músicos si no existiera la imaginación?).
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