lunes, octubre 02, 2006

Luz de octubre y vino

Octubre despierta radiante, vestido de luz cálida. Época de cosechas, uva y vino. Aún tengo el recuerdo de cuando éramos niñas (siempre pienso en plural cuando digo esto porque no puedo separar mi infancia de la de mis hermanas -y porque seguimos siendo un racimo apretado-) y la cochera se convertía en un lagar en miniatura: las banastas para recoger las uvas ya estaban dispuestas desde hacía días, las cubas se habían limpiado para recibir al vino y las artesas ya se estaban preparando para pisar la uva. Llegaba el mediero con las banastas cargadas. Uvas rojas, negras, más oscuras, menos oscuras. Hojas de vid entre los racimos. La rutina de los días cambiaba por completo y toda la casa se movía alrededor de esas uvas que vinieron para convertirse en vino. Pisarlas, sacar el jugo, separara el ollejo, los pipos y las ramitas para llevarlo al alambique y hacer aguardiente, llenar las cubas. (Cubas grandes que aun están en la cochera. La cochera cambió. Las cubas se mantienen intactas, como las banastas ya vacías e inutilizadas de las que no nos queremos desprender). Aún siento el olor ácido y dulce de la uva. Después, la fermentación; luego, pasar el vino de las cubas grandísimas a las garrafas. Con el paso de los años, la cosecha fue decreciendo. Con el paso del tiempo, dejamos de hacer vino. Los tractores fueron sustituyendo a los animales de carga. Otras máquinas fueron sustituyendo a nuestros pies. Octubre sigue trayendo luz de inesperados colores y olor a uva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

y fíjate, para ti la vendimia es un dulce recuerdo, y yo he pisado uvas por primera vez hace unos días; todo lo que cuentas estaba ahí, la blandura, la acidez, el olor

realmente es intenso, "hacer" el vino