miércoles, octubre 11, 2006

Castañas

El sol está luchando hoy por convencer a las nubes de que le abran paso y le dejen un hueco. Le siguen empujando hacia atrás. A veces llega a asomarse. Un viento nuevo se ha hecho notar. Trae olores y sensaciones de otoño, otoño. No hay castañas aquí­. En Salamanca aún es un poco pronto para que las castañeras se sienten en las esquinas a vender sus castañas (qué intrusión, qué contrariedad tan maravillosa que la castañera te venda castañas en cucurucho de papel de periódico en este siglo 21 de tanta higiene, tanto high tech, tanto CEO, tanta globalización y fair trade). Pero ya casi huelen. Hojas caídas. Olor a mojado. El membrillo se hace este fin de semana. Las conservas y compotas de frutas ya se empezaron a hacer. Es mes de cosechas. Antes era el de casarse, cuando no había tanto dinero y la gente regalaba a los novios lo que la cosecha traía: las manzanas, las peras, las calabazas, las castañas. Ahora todo es diferente. El asfalto oculta la fertilidad y lo fecundo de la tierra. Oscurece y empobrece. Enriquece a otros. Embriaga con sofoco inapetente el olor a tierra mojada, a hoja húmeda, a castaño milenario.

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