Florence es una de esas pequeñas ciudades en las que casi se puede percibir si algo cambia en el día a día porque la rutina de lo cotidiano parece construír el pulso de la ciudad. Así se siente.
Desayunamos en un pequeño café que también es tienda naturista
y al terminar vamos hacia las Dunas de Eugene, un área recreativa que comienza en el sur de Florence y se extiende por la costa hasta la bahía de Coos. Franja de arena, zona húmeda, carretera, franja de arena y mar
Esperamos un ratito a que deje de llover para poder subir una de esas pequeñas dunas que se convierte en playa, ver el mar
y bajar a caminar por esa magnífica playa abierta y clara
La sensación es única. Es difícil describir el momento, la luz, la belleza, el espacio
y nosotros ahí, detenidos, vertidos entre el aire, la ola, la luz, el sueño, la realidad,
ensimismados entre los tesoros y secretos de la playa, sus habitantes, la arena mojada de lluvia, detenida,
que cuesta caminar
Debemos regresar a Florence para luego seguir camino. Ahí la vemos, sentada a la orilla de la boca del río Siuslaw
Atravesamos la ciudad que tan tranquila se siente
Esta ciudad de unos 10.000 habitantes vive de la agricultura, la tala y la pesca. Nos acercamos a los resabios del río,
al puente y sus mascotas
No bajamos a ver las focas de cerca. Hace frío y elegimos el espectáculo desde arriba, la montaña jugando o midiendo fuerzas con el océano, la fuerza del agua, el faro con su eterna calma, la fuerza del agua y toda su vida
al puente y sus mascotas
y nos acercamos un momento a su pequeño puerto, al muelle
antes de seguir camino
Y ahí, en esas zonas rurales, la comida no puede faltar,
ni lo mexicano (por todas partes) ni otras tiendas que no deberían estar
Wisconsin en el Midwest y Oregon en el Oeste, el mismo y otro país. Aquí, por ejemplo, hay que esperar para que el empleado llene el tanque de gas,
o puedes compra un expreso sin bajarte del coche
Creo que para los cafeteros que quieran comprar un café en Wisconsin con drive-through incluído, van a tener que esperar.
Pierdo la noción de dónde nos paramos para ver el mar. Son muchas las oportunidades. Algo especial en cada uno de esas paradas
Aquí también, en Sea Lion Cave, los leones marinos hacen su refugio temporal
Sí, mucho de especial en el camino, la carretea que serpentea con la costa
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