La ruta 1 se entrecruza en muchos momentos con la 101. Lo iremos viendo a lo largo del camino, al igual que esto, cerca de la playa de Las concitas
La tarde avanza y la luz nos lo va diciendo
pero todavía nos queda una hora para atravesar más campos de viñedos
y tras ver esas dimensiones, entender de dónde viene esa invasión de vino californiano y de dónde llegan nuestra ensalada y fruta diaria
Ya sabemos quién trabaja esos campos y por qué este país no puede sobrevivir sin ese sustrato de mano de obra barata. Mar de cultivos abonados con aguas de otros ríos. Mar de preguntas sobre las igualdades y desigualdades de nuestro mundo, sobre las políticas de descalificación y control económico. En fin...
Y el otro mar desde lo alto de la colina, sobre luces de atardecer
Encontramos un restaurante con terraza donde nos quedamos, obsesionados, a ver el mar y junto a él, el caminito del sol en su descenso
No hemos recorrido muchos kilómetros hoy pero todo ha merecido la pena. Por ahora, el rugido del mar se asienta en nuestros oídos y la luz de sus aguas y su playa nos inunda los ojos
El viento es fuerte, poderoso y frío. Ahí acurrucados nos sentimos como esas gaviotas que todo lo ven y nada preguntan,
sostenidas por un hilo de viento, de cometa y telaraña,
y volamos con ellas
sabiendo que ese es el momento, que ahí estamos
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