Desde donde entramos a la ciudad podemos ver el icónico puente, Golden Gate y Alcatraz
Hay tanto de este país que nos han vendido en las películas que a veces tienes la sensación de que estás reconociendo más que conociendo por primera vez. También pasa con otros lugares que aparecen constantemente en publicidades de todo tipo para venta de turismo o como marca del lugar pero no hay duda de que el cine norteamericano ocupa el primer lugar en exportación de tipos, espacios, clichés, modas y demás.
El centro de la ciudad parece estar en constante construcción
Hace muchos años que estuvios en San Francisco pero no en esta parte. En aquel viaje nos movimos por el muelle (Gisherman's Wharf), vimos Alcatraz más de cerca y desde otra perspectiva, nos montamos en el tranvía y caminamos por la poblada y extensa Chinatown de la ciudad. (Entonces fue la primera vez que comí Dim Sum, la primera vez paseando por ese laberinto de restaurantes, negocios y viviendas en el que el rojo y los carteles en chino te absorben.) Aquella vez habíamos estado tocando con Sotavento en UC-Davis y éramos un grupo numeroso. Nos quedamos con Ted, a quien volvimos a ver ayer y con quien volvemos a constatar ese paso del tiempo insistente y seguro. Estamos aquí y eso cuenta.
Ahora atravesamos una de las principales arterias de la ciudad y vamos dejando atrás esas construcciones modernas que contrastan con lo más victoriano,
y a cada paso esos apartamentos con ventanas salientes, una casa junto a la otra
y un espacio poblado de cables también
Lo nuevo se construye manteniendo el estilo, lo cual se agradece
Ver a la gente hacerse fotos es también todo un espectáculo, muchas veces con el añadido complicado de los/las selfies, los autorretratos, vaya
La carretera nos espera, un largo camino. Vamos en dirección a Eureka atravesando viñedos, con ratos de lluvia y de sol, pastizales y verde
En algún momento del camino paramos a comprar algo para comer, café para despertar. El de este lugar me gustó, no solo por el café sino por el nombre, Pour Girls Coffee jugando con ese otro tan cercano de Poor
Luego llegaría el camino poblado de reedwoods, esos árboles gigantescos, imponentes y casi eternos que pueden vivir de 500 a 2.500 años o más. La verdad es que las fotos desdice las dimensiones reales, la sensación, la majestuosidad, la presencia. Atravesar esas carreteras que vigilan y acotan te deja sin respiración
Hay muchos lugares donde se pueden ver. Vamos en dirección a Richardson Grove State Park. A lo largo del camino hay varias tiendas de este tipo
En Richardson Grove nos paramos a caminar. Es imposible no hacerlo. No nos queda mucha luz pero hay que sentir estos árboles de cerca
Para los primeros pobladores de esta región, los Synkyone, cazadores y pescadores, estos árboles eran sagrados
Es difícil describir, pero la energía es otra. Ellos dominan el espacio, lo poseen. Te llevan a lo hondo, a un centro diferente.
Sus dimensiones son asombrosas, inabarcables
Sus dimensiones son asombrosas, inabarcables
El poder caminar entre ellos, un privilegio. Una fuerza especial contenida en cada tronco, cada espacio de luz, cada rama alertando a la siguiente de otra vida
Es difícil de explicar. Solo hace falta estar a su lado, sentir su corteza milenaria y fresca a la vez
Llegamos a Eureka antes de que anochezca
Dejamos las cosas al hotel, lo cual ya parece haberse convertido en parte de la rutina de los días. Y pasa que el hotel está al lado de una cooperativa con uno de esos murales pintados en los que siempre veo salvapantallas. Ahí van
Nos queda tiempo para darnos un paseo antes de que la luz se vaya del todo. Nos vamos moviendo al norte y oscurece un poco más tarde. A las 8 de la noche todavía hay luz.
Eureka se siente una ciudad pequeña aunque tiene algo más de 27.000 habitantes y parece que es la ciudad más grande entre San Francisco y Portland, Oregon. Ahí quietecita, en la orilla de la bahía de Humboldt y a unos 400 kilómetros de San Francisco, se la ve muy cuidada, como si parte de sus casas y sus rinconcitos hubieran estado ahí desde siempre y de la misma manera
Aunque el sol ya se ha ido, el puerto todavía se ve bonito, coqueto y juguetón,
las farolas recién iluminadas en ese momento en que el suspiro se convierte en luz
Sí, los barcos son pesqueros y Eureka vive de la pesca y de la madera
Después del paseo, cuando se agota la luz, vamos a cenar a Waterfront. Ensalada y fish (bacalao) and chips acompañado de una buena IPA en un lugar que conserva el aire victoriano con el que nació y todo el sabor de los lugares pequeños donde lo cotidiano es, sencillamente, precioso
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