El tráfico o el ruido de las calles de Lima parecen empequeñecerse al comparlos con los de la Ciudad de México. Ocho millones de habitantes no son veinte. La ciudad ha crecido mucho y sigue creciendo, "el problema es la centralización", me dice la persona que me recoge en el aeropuerto: "son 8 millones en Lima y 2 en Arequipa, la segunda ciudad más frande de Perú. Y la centralización no es sólo a nivel de trabajo y vivienda sino a nivel cultural. Todas las universidades están aquí. Nada en otras partes".
Me parece muy especial poder ver a mi amigo Juan Luis aquí, en su ciudad, su centro, su cordura y su locura también. Le conocí en Madison en el año 2000. Fue a hacer su doctorado en literatura española. Llamo para decir que quería tocar música con nosotros. La relación dura desde entonces. Tocamos música, aprendimos valses criollos, marineras, tonderos, huaylas, canciones para niños de su maravilloso disco "Cómo te vaca", hablamos mucho de Perú, de comida, de ironías, de sociedades, de gente.
Y aquí estoy.
Salimos a caminar por Miraflores y desde los acantilados junto al controvertido Larcomar (un centro comercial al aire libre aunque relativamente camuflado) veo esa primera imagen del mar
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Ahora me doy cuenta de que lo que me han dicho es cierto, que hay mucho que ver en Lima. Vamos a la zona de Barranco, al sur de la bahía de Lima.
Caminamos hasta el acantilado por la Bajada de los Baños, el camino que antes hacían los pescadores para ir al mar y que ahora está poblado de casas veraniegas o bares y cafés. Esta zona es de las que te recuerdan que Lima tuvo un pasado mucho mejor. Es en una casa de esa bajada donde vivió Chabuca Granda. Su estatua se puede ver
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Antes de bajar al puente nos acercamos por un momento a esta iglesia, La Ermita, de la que
sólo queda el caparazón. El terremoto de 1940 la destruyó casi por completo
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Luego subimos a la plaza municipal de Barranco, otra de esas plazas donde el tiempo parece detenerse y todo discurre sin prisas. Fuente, bancos, flores y un césped cuidado, la biblioteca municipal que antes fuera el ayuntamiento de Barranco y la iglesia de la Santísima Cruz, construída en 1944 cuando el terremoto destruyó La Ermita
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Combis, colectivos y taxis mueven a la gente de un lugar a otro. Muchos caminan también. No sé muy bien a qué hora se come, a qué hora se cena. Los puestos de fruta y los de antojitos están aquí y allá. Nosotros reponemos fuerzas con un ceviche exquisito (-¡qué antojo de comer ceviche en Lima tenía también!-) y un pescado preparado al ajillo y seguimos camino hacia el centro. Sí, mucho que ver, muchos rincones y mundos. Dejas las vías atestadas de tráfico y entras en plazas o parques donde hasta el ruido parece disiparse y donde otro ritmo se asienta junto al que se sienta, el que alimenta a las palomas, el que se deja limpiar los zapatos.
Vamos al centro, a la antigua Plaza de Armas que ahora es la Plaza Mayor, la plaza donde Franciso Pizarro fundó Lima y donde estaba su estatua hasta que hace dos años el alcalde mandó llevar a otro lugar porque por qué tener estatua de conquistador en plaza principal, dice, pues claro. Llegar hasta allí desde la plaza del general San Martín es atravesar corredores de casas con fachadas de colores pasteles, amarillos, verdes, azules. Rojos o naranjas también. Iglesias barrocas como la bellísima iglesia de la Merced, casas que recuerdan al modernismo de Gaudí y comercios, calles peatonales con mucha gente. La plaza es enorme, la catedral a un lado
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Las palomas abundan y la fuente central, lo más antiguo (1651) de toda la plaza parece ser un atractivo destino
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Me llama la atención la balconada del palacio arzobispal, el detalle del trabajo y pensar lo bien que se vería de dentro a afuera sin que al que miras te vieran mirar
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Me llaman la atención muchas cosas pero este pobre perrito se lleva la palma
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Hoy está cerrada la antigua estación de tren de los Desamparados y seguimos camino por una más de las magníficas calles laterales que nos lleva a la iglesia de San Francisco
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Luego nos acercamos a ver lo poco que queda de la muralla de la ciudad
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La cumbre ahí al lado. En 50 kms. puedes subir 2.000 metros de altura, en 70 puedes llegar a los 4.000. Así es Lima, bulliciosa y callada, pasado y presente vertidos en un crisol de culturas y retos.
7 comentarios:
Interesantísima ciudad. La última foto me ha trasladado directamente a La Paz, donde las casas más pobres también trepan por laderas empinadas. Pero allá siguen sin ser de colores...
Besotes, Raquel.
Sí, cierto. Creo que impresionan más en La Paz porque la quebrada es aún más profunda.
Buenos días Irre, buenas tardes para ti. ¿Quieres salir a caminar?
Magnífico el recorrido que nos muestras de Lima, y magnífica también tu actitud de buscarte oportunidades. Te oigo hablar de valses criollos, marineras, tonderos, huaylas, etc. y constanto que aún queda mucha música por descubrir. Ya se descubrirá, siempre llega un momento para una música nueva. Saludos.
Gracias por el ofrecimiento, Raquel. Ayer ya salí a trotar por mi monte preferido antes de comer, jeje.
Rafael,
además es que no se termina. Cuando crees que conoces un poco de aquí y de allá, algo nuevo surge. Ese también es el encanto.
Siempre es un gusto escucharte.
Un abrazo
Irreverens,
me lo imaginé. Yo necesito retomar la vida sana pero eso va a tener que esperar hasta que termine el viaje.
Besotes
No sé con qué foto me quedaría.
He estado muy ocupada este último mes y parte del otro y casi no he visitado ningún blog. Tenía mono del tuyo. Siempre es una caricia a mi interior.
Dintel, eres un cielo.
Me está pasando igual ahora que no tengo tiempo para leer los vuestros. Echo de menos el mundo compartido que que cada blog y todos juntos crean y recrean. Me pondré al día en cuanto pueda porque yo también quiero sentir el pulso de tu pluma.
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