Dejo San Andrés y a medida que me alejo del verde exhuberante de Los tuxtlas creo que soy más consiciente de la belleza de la región. Consciente también de que llegué intuyendo a quién y qué buscaba pero que no sabía la riqueza personal y musical que iba a encontrar.
Hoy viajo hasta Otatitlán, El santuario del Cristo Negro. El camino es largo pero muy agradable. No es el verde de Los Tuxtlas pero hay partes que realmente merecen la pena
Otras se toman como vienen
Poco antes de llegar a Otatitlán, un pueblo pequeño de unos 7.000 habitantes, me detengo de nuevo
La tierra es fertile y el agua le da vida. Parte de la carretera discurre paralela al cauce del río Papaloapan.
Me sorprende el diseño cuadriculado del pueblo, las calles largas, la poca gente. Voy buscando el centro y la inconfundible iglesia
Busco un hotel y poco después pregunto por Julio Mizzumi, la persona que he venido a ver. Como ya me habían dicho, todo el mundo sabe dónde vive y para allá voy. Esta mañana le mandé mensaje y me recibe con esa naturalidad que tan bien le hace sentir al espíritu. Nos sentamos a charlar
Julio forma parte de un grupo jarocho que se llama Yacatecutli. Con el grupo hacen talleres con niños que combinan con un trabajo ecológico. Quien recibe clases, paga con plástico. Es decir, si decides aprender jarana, el pago que debes realizar es un saquito de botellas de plástico vacías. ¿Acaso no es una maravillosa idea?
En estos días voy a conocer más de cerca el proyecto y ya hablaré un poco más de eso.
Además, estos días están organizando un encuentro/festival/reunion de amigos/huapango que combina música, conferencias, comida tradicional y otras cosas. También por eso he venido antes, para poder ver los preparativos. Y me alegro de la decisión. Si hubiera llegado sólo el día del encuentro tal vez no hubiera conocido a Margarita Kojima, madre de Julio
Desborda energía. También ella tuvo que sacar a sus seis hijos adelante, les inculcó la necesidad de estudiar porque a ella no la dejaron estudiar y tuvo que trabajar mucho durante toda su vida.
Me habla de sus padres, su familia, sus hijos, su marido. A sus 61 años ha terminado de estudiar lo que sus padres no le dejaron estudiar. Fuerte y vivaraz, me sorprende su personalidad, la claridad de su pensamiento, la luz que desprende
La música y la fiesta se hace en la parte de atrás de su casa. Julio y su hermano ya están haciendo preparativos. Mañana me uniré al equipo para echar mano en lo que se pueda.
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