Hoy madrugué para ir al velorio. No se sabe muy bien a qué hora o por dónde pasa la procesión que lleva a la Virgen pero los cohetes la anuncia, te llaman (me dice Andrés).
Caminamos siguiendo el sonido y un poco más adelante la vemos subir. Nos unimos a ella. La imagen de la Virgen es pequeña. Está en una urna de cristal y un chico joven la lleva a la espalda.
Los músicos se detienen a saludar a Andrés y con ellos seguimos hasta la casa donde se lleva a la Virgen. Van tocando sus jaranas
y lo siguen haciendo hasta que llegamos al lugar. Allí llegan otros jaraneros y el grupo se hace más grande. Adentro han dejado a la Virgen
y algunos pasan a verla. Otros se quedan en la calle o en el patio, donde se han ido reuniendo los jaraneros
(Andrés Moreno Nájera, Eulogio Temix y Manuel Catemaxca Cobix)
(Bonifacio Temich)
(Manuel Catemaxca Cobix)
El patio huele a incienso que arde en el copal que el señor que organiza el velorio se encarga de alimentar
Después de un rato llega la Virgen más grande. La traen de otra casa. Limpian la urna, rezan y luego la sacan. Ahora sí llega el momento de una procesión más numerosa y una caminata a una barriada un poco alejada del centro
A esta segunda Virgen no la acompañaban jaraneros sino que llegó anunciada y acompañada por alabanzas cristianas con acompañamiento de teclado. Teclado y altavoces iban en una camioneta que encabezaba la procesión. El contraste es fuerte. La iglesia (no sólo la católica) ha impuesto, apoyado o eliminado muchas cosas que han afectado de gran manera a la cultura musical relacionada con los actos religiosos.
Pero seguimos camino
Hace mucho calor, aunque es el sol lo que más pesa
Algunos se defienden de él bajo los paraguas pero otros no tienen esa opción
A la vez que jaranas y violín suenan,
los cantos religiosos de las mujeres también se escuchan
Es un contraste escuchar ambas cosas y sin embargo, ni interrumpen ni se rechazan, conviven lo mismo que han convivido durante muchísimo tiempo muchas otras cosas y forman parte del velorio.
Aunque son más las mujeres, hombres y niños caminan también, muchos pequeños en hombros o brazos de sus madres
Y seguimos subiendo. Aunque buscamos las pocas las sombras que hay, nadie se queja
Una vez que llegamos al sitio, quienes primero llegan se sientan bajo el toldo. Quienes llevan la imágenes, esperan
a que las mujeres preparen el lugar donde las van a dejar
Una vez en su lugar, mientras las mujeres las arreglan, limpian y adornan con flores, la comida empieza a servirse. Ya han ofrecido agua de jamaica y naranjada. Un poco más abajo están preparan los tamales para la noche, los elotes, el frijol, la masa
Pero ahora la comida es otra y hay comida para todo el que llega. De los primeros en ser servidos son los músicos,
Ellos son los encargados de la Virgen y ahí estarán todo el día. Otros jaraneros llegarán en la noche para acompañar pero ellos serán los que toquen todo el día y toda la noche hasta que la Virgen vuelva a ser llevada a su casa.
Ya desde ayer por la noche comenzaron a preparar la carne para los tacos que hoy sirven
Mucha gente ayuda, unos sirven, otros reparten bebida, otros preparan
La gente de la comunidad ayuda en este tipo de ocasiones.
Todos buscamos la sombra
También las jaranas
La música continúa. Me comenta Andrés que este tipo de cosas es lo que da sentido a su música, que esto es lo importante
y yo me mezclo entre la gente. Charlo un rato con quien organizó el velorio. Su marido ha tenido una operación y problemas de salud, y ella, a sus 60 años es diabética. Por eso lo organizaron
En estos tres últimos años, casi siempre ha sido en mayo cuando lo han organizado. Es mucho gasto pero no importa porque ahí están sus hijos y nietos con ellos y todos ayudan, todos están juntos y hasta ahora, su fé también la ayuda.
También convivo un poco con la familia de uno de los jaraneros, juego con sus hijas,
y con quienes están a mi alrededor
Me convierto en objeto de estudio y centro de preguntas: si soy casada, si no tengo hijos, por qué, si me dió miedo tenerlos, pero es bonito tener hijos, fíjese que la gente se cuida para no tener hijos y nosotros con tan pocos recursos y los que tenemos; si hay trabajo allá donde vivo, y que no dejan pasar a los nuestros y aquí sí que no hay trabajo; si hay jaraneros y música como la nuestra allá, si bailan también.
Río con otras niñas, nos hacemos fotos
Les dejo por un rato antes pero antes le echo un vistazo a la masa para los tamales y a las mujeres que los están haciendo
A la noche regrearé para compartir con ellos un poco más. Tengo cosas que hacer y antes de eso como en un restaurante. Hoy tengo compañía: se llama Clara. Aparece vendiendo tortillas de maíz que su mamá hace. Es la mayor de cuatro hermanos. Su papá trabaja en la Ciudad de México. La invito a sentarse conmigo
y sonríe cuando llega el postre. Me cuenta que le gusta la escuela, las matemáticas lo que más. Los fines de semana sale a vender y sí, que vende bastantito. Cuando venda más llega a los 200 pesos.
El día es largo y con Jose Luis voy a Salto de Eyipantla, un pueblecito a unos veinte minutos de San Andrés. Vamos a visitar a unos jaraneros, Andrés Ixtepan
y Pablo
Andrés tuvo un derrame hace unos meses y todavía no tiene fuerza en la mano izquierda para poder tocar. Tampoco dinero para hacer rehabilitación. Los campesinos no tienen seguro médico y cuando les pasa algo, tienen que vender lo que tengan para poder pagar hospitales o tratamientos.
No se quejan. No piden.
¡ !
Por la noche vuelvo al velorio. Una tarima improvisada, los jaraneros alrededor, la gente escuchando, cantando plegarias, zapateando sobre la tabla.
No hay fotos. No quise. La memoria lo dirá.
1 comentario:
Me quedé enganchada al relato a las imágenes e imaginando lo que no llegaste a fotografiar.
Y no piden nada, y no se quejan. Qué diferente de nuestras sociedades quejicas y opulentas.
Una delicia.
Besos,Raquel.
Publicar un comentario