Deliciosa caricia del sol en diciembre, sin frío. Desconocido.
Hablamos. Me dais la bienvenida. Me abrís las puertas.
Deseo inminente, ya casi inquieto. Ya casi.
Tengo suerte. Vivo entre aquí y allí. Me ayudais a que así sea. Me dejais llegar, siempre, y me recibís como si hubiera sido ayer cuando nos abrazamos en la despedida. Con los brazos abiertos, como el sol de hoy que no oculta su placidez, su satisfacción. Sin juzgar. Brazos abiertos a la claridad, la llegada, la certeza y el placer de sabernos cerca.
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