Nieva al despertar, con fuerza. Confío en que cese pronto pero me preparo para lo peor. Los primeros veinte minutos de viaje se hacen interminables, tan lentos, con la ansiedad de pensar si llegaremos a tiempo. A las 10:15 comienza nuestra primera presentación de hoy para ACE (Arts in Community Education), un programa que forma parte de las actividades educativas de la orquesta sinfónica de Milwaukee. En hora y media deberíamos poder recorrer esas 90 millas entre Madison y Milwaukee pero en la circunvalación hay atasco, apenas si nos movemos. Un poco después, casi sin darnos cuenta, todo empieza a fluir. La autovía se abre recta, esclarecida. No nieva. Desaparecen las prisas, la ansiedad. Te deslizas. El paisaje, a ratos, de postal nevada, idílico, abetos con el blanco perfecto, árboles con la cantidad precisa de maquillaje blanco también, campos y colinas suaves invitando miradas. Por contraste, pienso en las noticias que me llegan de España, el calor de este febrero de 28 días que ayer terminó. Y esa imagen se siente extraña cuando aquí aún insiste el torbellino de nieve y lluvia, días sin sol.
El siguiente desafío llega a unas 20 millas antes de llegar al centro de la ciudad. El hielo en la carretera engaña y de nuevo la lentitud decide el pulso del camino. No te desesperas. Sabes que avanzas porque los carteles van anunciando el tiempo estimado para llegar a destino. ¿Cuántas veces miras el reloj? Al final llegas, sin tanta demora como habías sospechado. Y entras en ese otro mundo que te arrastra, te llena. Ahora tú decides y el pulso es el que tú marcas
2 comentarios:
Me encanta leerte y me da mucho placer visual ver tu blog y la manera en que colocás las fotos.
Gracias Julia. Es bonito tenerte a bordo.
Yo también te estoy disfrutando y descubriendo.
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