Esa es la calma junto al lago,
la que reconcilia el sentir del tiempo, sus pliegues, su ensueño.
Qué distinto y diferente estar hoy aquí, a estas horas, esta tarde. Hay pocas ocasiones en que te puedes dejar llevar, olvidar, fragmentar la realidad y jugar con sus pedazos.
¿Aprendemos con los años a equilibrar los pequeños nichos donde el mundo de las formas se detiene y el mundo de lo incontenible se despliega? Pienso cómo será para otros, si también para ellos hoy es detenerse o si es un día más
Igual, esa calma casi inimaginable que sostiene, que sin esfuerzo sabe olvidar, entender que no se necesita nada, que sólo es ese ahora que acoge, que ni siquiera la tolerancia es necesaria, que no hay ansiedad
Me diluyo en el recorrido silencioso del lago que lleva, en su vela
Recuerdo que cuando llegué a Madison el lago estaba congelado. Era una visión magnífica, una extensión enorme poblada de blanco, brillantísima. Imposible imaginar que era lago, que podías caminarlo. Cuando llegó la primavera y se conviertió en agua, lo volví a encontrar infinito; también tenía algas, barcas, canoas y barquitos de vela, barcos a motor, windsurfistas, esquiadores acuáticos. Siendo tan grande como era, algo extraño le pasaba: no olía a sal. No entendía muy bien por qué era así, como si ser grande implicara que debería ser parte de un mar y contener la sal de la vida. Era agua dulce, no había sal, ni olas, ni mareas altas y bajas que desde entonces hubo que inventar. Pero sí atardeceres que en días de calor se dejaban amasar sin prisa, como el de hoy,
peces y patos juguetones como los de los parques españoles donde en un pequeño estanque se multiplicaban y acompañaban las sonrisas que provocaban y la dulzura que sin saber muchos admiraban
y solitarios navegantes respirando el sol tardío
Igual, esa calma dejándose llevar mientras se va perdiendo el día
y el sol abraza con más celo su secretos
4 comentarios:
cada vez dan más ganas de largarse a madison...
Te estamos esperando
SW tiene mucha razón; si yo dirigiera la oficina de turismo de Wisconsin te ofrecería un contrato con los ojos cerrados. No creo que se pueda hacer mejor promoción.
Aunque también tengo la sospecha de que gran parte de la belleza del paisaje se la pone, precisamente, la mirada, esa mirada tuya.
Un saludo desde el otro lado del mundo.
Javier, ¡cómo me has hecho reir!
Sólo tenemos unos cuantos lagos. Cuando pienso en vuestros mares del norte (el de SW y el tuyo) no puedo resistir la envidia.
Siempre me gusta escuchar/leer tus comentarios y saber de tu presencia.
Gracias
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