No sólo parece que va a llover sino que, efectivamente, comenzó a llover poco después de haber sacado esa foto de la carpa en la que hoy tocamos.
Después de hacer la prueba de sonido me acerco un momento a rozar esas pequeñas gotas de aguas en flores que cobran otra vida con su carga de humedad
y le robo esta imagen a la ilusión de este florecer
Hoy es así, creamos nuestro mundo en medio de la lluvia, entre verdes y flores que alguien cuida y ayuda a crecer. Es un mundo sonoro particular, cuidado y húmedo de flor y lluvia, grana también
Recogemos velas antes de que la tormenta se vierta furiosa. Más tarde, cuando muchos ya se hayan ido, volvemos a tocar, en otro rincón, entre otra lluvia y otra marea. Y en su última nota, una sonrisa.
2 comentarios:
Qué envidia, Raquel, qué envidia. Sana, por supuesto. Espero equivocarme diciendo que jamás pasaré de maltratar la guitarra con cuatro acordes, y de rozar muy de lejos el adorable piano, y aunque cuando muy jovencito le echamos coraje y perpetramos en público algunas horribles canciones, creo que eso de dominar un instrumento e integrarte en la música (fusionarte, sumergirte, siendo motor y ruido a la vez), debe ser tan increíble...
Infórmanos si volvéis a España, ¿quieres? Entretanto trataré de escucharos de alguna forma.
Un beso.
Sir John, no había leido tu comentario hasta ahora. Sí, tocar música es algo especial, por muchas razones. También lo es tocar con gente, desde un grupo de amigos a un grupo de música de cámara.
Yo salgo mañana para España pero por ahora voy yo sola. Ya recibirás mis noticias desde allí.
Un abrazo
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