Las músicas las hacemos nuestras, se nos quedan adentro, las individualizamos, le damos nuestro sonido, nuestra personalidad. Es maravilloso poder recrearlas, revitalizarlas, como si comenzaran un nuevo recorrido en su existencia al ser recogidas por otros oidos, otras sensibilidades, un público de mil con mil formas de escuchar y sentir (la música es así, generosa, nos deja enredarla en nuestros caprichos y entretener sus exigencias).
Me sigue emocionando escuchar a quienes viven la música con honestidad y con gusto, a estos niños que desde pequeños la hacen suya
Sonata o tonada, concierto o milonga, preludio o danza: ha de sonar bien. El héroe del momento siempre es el sonido, lleno, centrado, afinado; un pulso sabio; una musicalidad que te deja ser delicado o encontrar una ola de sonido en mar adentro
Hoy sólo hay tiempo para esas imágenes de alguno de los más pequeños. La segunda parte llegará mañana.
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