Es la vida que sigue tejiendo hermosuras, su canto dejándose querer. Impredecible y amante de sombras a veces, pero entregada en su rincones íntimos, regalando acogida, breves triunfos, un instante de calma
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Desde esta ventana soy testigo de mi propio mundo; mundo y testigo subjetivos, barca que sabe de aguas bajas y mareas altas, su remo elevándose en busca de un equilibrio menos esquivo, fluido en su vuelo, vital en la travesía.
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