miércoles, junio 06, 2007

Esas cosas de aquí y de allá

Hace al menos dos meses que reservé una sala de conciertos (un pequeño auditorio) para hacer el último recital del curso de mis estudiantes. Reservar un sitio con dos meses de antelación a veces no es suficiente pero esta vez todo fue bien: ya para primeros de junio no hay actividades de la universidad y ya ha terminado la temporada de conciertos de las orquestas, coros, grupos de cámara, escuelas de baile, de teatro. Es época de pensar sin descanso en las ganas de terminar el curso en escuelas e institutos, contar los días y las horas para el final, y comenzar a prepararse para los cursos de verano y las mil actividades estivales. Es época de festivales de verano y conciertos al aire libre, andar en bicicleta, ir a la piscina, canoar el fin de semana.

Hace un año organicé un recital en el que dejamos de lado sonatas, conciertos, minuets y gavotas y tocamos músicas folclóricas latinoamericanas: joropos, bailecitos, sones abajeños, huaynos, pasillos, danzas puertoriqueñas... Violines y violas bailaron otros ritmos y síncopas, melodías de diferente cadencia, otra forma de decir; canciones en castellano, en inglés, en quechua, todo salpicado con la riqueza y vitalidad de los ritmos de Latinoamérica.
Ahora me volvieron a pedir uno más, tan especial, tan gratificante tocar esta música, te llega, te llena.

Reservé el lugar, aconfirmamos detalles, día y hora.

Hace dos días llamo para preguntar si podía acercarme a ver el equipo técnico (salidas de video y audio) comprobar luces... todas esas cosas que siempre quieres asegurarte de que funcionen. Hablo con la persona encargada de organizar las actividades musicales -con quien había hablado hacía dos meses- y me dice que no figuro en las actividades para el domingo, que no hay reserva, que hay otras dos actividades ese día pero que ninguna de las dos es la mía y una de ellas, a la misma hora que mi recital. Sin posibilidad de cambio.
¿Cómo es posible?
No me lo puedo creer
No me lo creo

Llevo dos días buscando otras soluciones; las opciones que ahora tengo no son las mejores pero pueden funcionar. Mañana sabré por fin dónde y a qué hora. Tal vez alguna de esas otras opciones puede incluso ser mejor que la original. Lo peor ya ha pasado. Lo mejor, la ayuda desinteresada de esas personas que siempre están ahí, para lo que necesites. Un mundo.

¿A quién no le ha sucedido algo así? ¡Cuántas historias parecidas a esta debe haber por ahí! ¿Por qué tenemos que pagar el desorden, los despistes o la incompetencia de otros?

Aún no me lo puedor creer
No me lo creo

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