Nunca pienso a México con nieve. Pero ocurre. Como en la región de la sierra del estado de Veracruz o en otras partes del país. En un país tan grande, los contrastes de clima se multiplican. Es solo que nunca esos climas los pienso tan inclementes como el de aquí, aunque tal vez lo sean para quien allí vive. Cambios climáticos recorriendo los rincones del universo, débil equilibrio entre nuestras formas de vida exigiéndole demasiado a la tierra y lo que el propio ciclo de la naturaleza ofrece.
No sé por qué mis primeras palabras de hoy escriben acerca de esto. Frente a la ventana, siento cómo la luz del día se va apagando. Solo se puede disfrutar de esa luz clara cuando el día ha sido luminoso, robado del invierno. Y tal vez sea por eso que recuerdo las noticias de ayer acerca del frío en algunas partes de México. Tal vez porque casi todos los días de Thanksgiving que he vivido aquí han sido fríos y oscuros, con o sin nieve. Hoy no. Hay silencio afuera. Calma. Salgo dentro de poco para estar con unos amigos, cenar con ellos. Vino y fruta fresca en mi canastillo. Luego nos sumaremos a otros amigos para tocar música y hacer que la tarde-noche sea larga y cálida, como la luz de este día que ya empieza a quererse ir a dormir.
1 comentario:
no deja de ser extraño que mientras la lluvia y el viento hacen ruido contra los cristales, y se siente la inclemencia de esta madrugada salamantina, yo esté viendo, cálidamente, plácidamente,las fotos que raquel hace en madison, simplemente al otro lado del océano
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