Vida, infinitas vertientes y caminos. Trae, y lleva; te arrastra, inevitablemente te desdice o te incita, exige, viste su capa de capricho. Indómita también. Pero siempre alentadora, con su carga de esperanza en los bolsillos y su manto de lucidez tratando de crecer constantemente.
Y si el desencanto llega, tal vez seamos nosotros los que debamos preguntarnos si lo hemos intentado del todo, si hemos agotado el último haz, la última lucha, la última estrella. O si símplemente hemos perdido nuestra capacidad para emocionarnos. ¿Apoyarse en los demás para que nos ayuden a recoger la estela, el rastro del azar, el aura de la espiral?
Caprichosos los destinos. Desconocidas las respuestas. Desencantos ligeros o profundos. ¿Cómo ser lúcido y entender, comprender y vivir la verdad? ¿Se puede? Verdad sostenida por varias manos, las tuyas, las del otro, y otras más.
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