Paul, trabajaste mucho toda tu vida y tu trabajo fue importante y significativo para muchas personas. Tu cariño también. Ahora nos dejas pero te seguiremos recordando. Tu fuerza de vida y tu gran voluntad luchando contra la enfermedad me hacen pensar mucho en René Villanueva, nuestro amigo del grupo mexicano Los Folkloristas. Hoy leo este artículo del 2002 escrito en homenaje a René, un año después de su muerte, y vuelvo a pensar en esa fortaleza de espíritu y ese carisma que algunas personas poseen y que nos causan admiración. Maravilloso. La conexión de Paul y René con México me lleva también a pensar en el admirado escritor mexicano, Octavio Paz. Él dice:
¿Morir será dejar de ser y, definitivamente, estar? ¿Quizás la muerte sea la ida verdadera? ¿Quizás nacer sea morir y morir, nacer? Nada sabemos. Mas aunque nada sabemos, todo nuestro ser aspira a escapar de estos contrarios que nos desgarran. Pues si todo (conciencia de sí, tiempo, razón, costumbres, hábitos) tiende a hacer de nosotros los expulsados de la vida, todo también nos empuja a vover, a descender al seno creador de donde fuimos arrancados. Y le pedimos al amor -que, siendo deseo, es hambre de comunión, hambre de caer y morir tanto como de renacer- que nos dé un pedazo de vida verdadera, de muerte verdadera. No le pedimos la felicidad, ni el reposo, sino un instante, sólo un instante, de vida plena, en la que se fundan los contrarios y vida y muerte, tiempo y eternidad, pacten. Oscuramente sabemos que vida y muerte no son sino dos movimientos, antangónicos pero complementarios, de una misma realidad. Creación y destrucción se funden en el acto amoroso; y durante una fracción de segundo el hombre entrevé un estado más perfecto. (Octavio Paz, en "El laberinto de la soledad".)
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