Los árboles también se enferman. El año pasado fue el arce grande y anciano de la parte de atrás de la casa. Es extraño verlo incompleto, con su mitad desaparecida pero aún ahí detenida como quien no quiere desprenderse de un abrazo
Hoy veo con tristeza cómo el árbol grandísimo de la casa de más allá también desaparece. Ha sido un proceso de toda la mañana y parte de la tarde
Pensé que sólo iban a cortar algunas ramas, que tal vez dejaran otras aunque sólo fuera para jugar a alcanzar nubes y espacios
pero al final, lo único que quedaba era el tronco cortado. Ni años ni porte. Todo borrado.
No me gusta esa derrota.
1 comentario:
feo.
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