Paseo con este cielo de fondo y sobre la planicie siento este atardecer, despedida, faroles de luciérnagas ausentes. La desnudez de los campos secos me deja una calma sencilla entre las manos. Miro hacia adelante. La vista también alcanza esas líneas de un horizonte finísimo y la mano revestida de calidez me recoge. Es la del amigo, la de la amiga. Celebramos un nuevo inicio, reimos mientras una luz se duerme y otra despierta, anticipamos recuerdos, reavivamos otros y abrimos un nuevo capítulo de la bitácora
5 comentarios:
Qué fotos! Perdona que insista, Raquel: es que logran transportar a esos lugares.
Un abrazo.
Me gustan los paisajes urbanos de Madrid, desde siempre. Consigo ver más allá del humo y del asfalto. No todo es gris. Pero a veces se echan de menos paisajes como los que estás disfrutando tú estos días.
Besitos.
Leo, muchas gracias. Anoche era ese el cielo que se veía camino a Castellanos de Moriscos, un pueblecito cerca de Salamanca.
Un abrazo
Mariano, creo que tienes mucha razón, que los paisajes urbanos empiezan a formar parte de ti y que tienen su encanto. Sí, un lujo tener estos que ahora vivo, aunque ya pronto se terminan.
Besotes
Muy hermosas fotos.
He estado repasando entradas anteriores. Ando últimamente algo disperso. He disfrutado particularmente con la de Lagunilla.
Qué hermoso viaje y qué suerte que dure tanto (para ti y para nosotros).
Un abrazo, Raquel.
dr, gracias. Yo tampoco he tenido mucho tiempo para leer todo lo que hubiera querido.
Rico sentir que hayas disfrutado de estos viajes y especialmente, de Lagunilla.
Un abrazo grande también para ti.
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