domingo, enero 14, 2007

Abu Simbel, templos de Philae, pueblo nubio

Casi al final del viaje, las sorpresas no cesan. El mosaico cultural y social de Egipto sigue desplegándose con toda su fuerza, su necesidad. Te lleva. Te mueve de un mundo a otro, de una vida a otra con tan solo cruzar una esquina. Hoy, muchas imágenes de un paseo más por dimensiones y paisajes inesperados.
Muy temprano volamos a Abu Simbel para ver uno de los templos más famosos de Egipto, no solo por el templo en sí sino por la magnitud de lo que significó transladarlo de sitio para que la presa de Aswan no lo inundara. Ramses II se sienta junto a sus dioses para presentarse él mismo como un dios. Majestuosidad de un pasado gigante en estos templos, mayor y menor, de Abu Simbel

De regreso en Aswan, la primera visita corresponde a la gigantesca presa, el segundo lago artificial más grande del mundo. Luego, nos transportamos a la sencillez escondida de los templos en Philae. Vamos en bote a esa islita donde, al fin, podemos caminar los templos sin estar rodeados de muchos otros turistas

Desde estos templos junto al agua, en un rincón más recogido y sereno, el sol es ya implacable cuando vamos a la cantera en la que se puede ver un obelisco que nunca se llegó a terminar. Al igual que las torres de las catedrales o los minaretes de las mezquitas, los obeliscos en los templos tenían la función de anunciar el templo, el sitio de adoración, de celebración.

Poco después de comer salimos en bote para ir a uno de los pueblos nubios que fueron relocalizaron cuando se construyó la presa. Ese recorrido te lleva a otro mundo, ahí está el desierto, junto al agua, ahí el pescador. Agua y desierto. Entiendes un poco mejor a quienes sienten fascinación por los desiertos, sus paisajes, sus colores, sus esculturas doradas

El pueblo nubio vive de los escasos recursos que el turismo le proporciona. Casas pintadas de blanco, gente de piel más oscura,niños que hablan español, alemán o inglés para saberte vender una muñeca, una foto, niños encantadores inteligentes que te preguntan si eres del Madrid o del Barcelona y te cuentan todos los jugadores de cada uno de esos dos equipos mientras te venden flores de jamaica a un precio exagerado de dos euros un paquetito que normalmente comprarías por 25 céntimos, niños en camello en el que montas si quieres, escenas bellísimas de gente, de niñas, de expresiones repletas de vida









Luego, después del atardecer que vemos mientras regresamos al centro de Aswan, una visita a una mezquita. Entramos a ella cuando se oye la quinta y última llamada al rezo, a las 6:30. Otra realidad, otro verso, otro canto, otro ruego. Una religión poderosa que se vive con intensidad.
Antes de que la noche siga, damos un último paseo por la ciudad, por su mercado. Este tiene artesanías, joyas, pañuelos y telas, toda clase de "recuerdo de Egipto", discos compactos, panaderías, puestos de especias, de babuchas, de... No cesa. Te llaman, te quieren vender, te preguntan de dónde eres, cambian de lengua con sagaz habilidad. Huele a incienso.



Llega la noche, el otro mercado también, donde no hay luz, donde hay puestecitos de venta de comida, hojalateros, un horno donde hace pan de pita, el puesto donde tomar té, donde comprar y vender algodón en bruto, donde te venden papiros, donde te piden dinero. Aunque apenas si hay mendigos. La pobreza se mastica y sin embargo, no hay mendigos. Solo con tiempo y viviendo en el país uno ha de llegar a conocer un poco más de esas capas sociales, esos comportamentos, esas formas. Por ahora, estas imágenes de sabor fuerte como el té o como el agua de jamaica caliente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola,

Como te dije tenía tu blog en el punto de mira desde hace algún tiempo pero he necesitado algunos días para leer el 2007.

No sé si tiene sentido escribir en entradas pasadas, pero no te vas a librar de unas cuantos comentarios.

Egipto es uno de esos países que tengo pendientes. Tus fotos son maravillosas y sirven para despertar el deseo de coger las maletas.

Enhorabuena por tu blog.

Saludos