En diciembre de 2006, en el viaje corto que hice a México, fui a ver a don Juan. Y supe que me estaba despidiendo de él, que sería nuestro último encuentro. Siempre quiso que yo tocara cuando él muriera. Hoy, cuando eso sucede, no estoy a su lado. Pero sí toqué para él en nuestra despedida, en diciembre, él reposando en su hamaca, yo sentada a su lado, él escuchando y tarareando las melodías que yo tocaba, y reviviendo un poco. Le sentí en calma, como si ya hubiera decidido dejar de luchar. Y sentirle así, tranquilo y sin angustia, me dejó saber que quería descansar, deslizarse, dejarse ir. Eso sucedió hoy, a las tres y media de la mañana.
Don Juan y Efrén Enríquez en Arcelia (Guerrero)
El conjunto de Juan Reynoso (Don Juan, Cástulo Benítez de la Paz, Javier Reynoso Aguirre y Efrén Enríquez) en el auditorio Blas Galindo (México D.F.)
Don Juan, nos deja un maravilloso legado musical. Cómo darle las gracias. La música recordará sus manos maestras, el regalo más hermoso, manos cargadas de humildad, música y vida.
2 comentarios:
Hola,
veo triste la noticia y leo tus palabras en el blog. Es curioso como a la vez puede sentirse tristeza por la muerte de un ser querido, y a la vez satisfacción por saber que ha tenido una vida plena, y que desde la sencillez ha creado, (con mayúsculas), y casi sin pretenderlo, tantas cosas. Y que ha transmitido a otros al menos una parte, otros que a su vez continuarán a su vez transmitiendo y reviviendo su música,... y se cierra otro ciclo, ...
Un abrazo muy grande
JF
Sí, así es. Lo acabas de decir todo
Publicar un comentario