lunes, enero 29, 2007

Me envían una carta

A veces llegan cartas que te transforman en ola, te empujan, te disuelven, te riegan. Hoy recibo una así. Y me maravilla.

Estamos en pleno invierno. No habrá un descanso hasta dentro de algunos meses. Ahora no hay viajes que contar, incontables fotos, imágenes exóticas, lugares, paisajes, caras diferentes, otros. Ahora es solo el viaje interior, las caras de lo cotidiano, el trabajo, las luchas con la alegría o el desánimo. Ahora es recuperar la identidad con esa cotidianeidad, el laberinto sutil que pocas veces asoma esclarecido, con miradas largas a una planicie despejada.

A veces llegan cartas que te dicen que sí, que merece la pena este rato de cada día buscándole las cosquillas a los duendes, recreando, robándole un instante al hoy para que llegue mañana, aunque solo sea para eso, que alguien desayune contigo, que alguien recoga tu mano de madrugada y te la tienda de cerca, en el eco que disminuye la distancia, la acorta, la engatusa, la transforma

"sintiéndote cerca cuando me llegan los ecos de tus viajes, de tus miradas y de tus sones, pareciendo que casi no existe la distancia más allá de la que hay entre la pantalla del ordenador y mis ojos"


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