Con las plantas de fuera ya es otra historia. El año pasado planté pensamientos pero su destino fue pobre e incierto: los que había plantado delante de la casa sirvieron de suculento alimento a algún animalejo de la vecindad. No quedó ni uno. Los de la parte de atrás tuvieron una vida un poco más larga pero ya para el final del verano, sus colores de terciopelo habían llenado su propia tumba.
Hoy planto geranios. Son fuertes y me gusta su compañía. Planto también impatiens de diferentes colores. (¿Cómo se llamarán estas flores en castellano? ¿Recordarán los pensamientos el camino para volver a florecer? ¿Saldrán de nuevo y lucharán con la impaciencia?)
No termino la tarea. Aún quedan ocho plantitas más por poner. Es la lluvia la que interrumpe, templada, eso sí. Y es el día que así, vestido de verde y humedad, trae nostalgia
2 comentarios:
Hummm, es que la "alegría" es muy "impatiens":
(La impatiens en wikipedia)
Besos
Pues claro, es que la alegría es impaciente. Perfecto.
Gracias Juanfran!
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