En dos semanas, entre la lluvia y el sol, la primavera se vistió de fiesta. En realidad, está vestida de fiesta, de vida, de rumor. Vibra. Hoy vuelvo a dar un paseo por el arboretum. Los lilos en flor, los manzanos, las veredas, rincones salpicados de color. No puedo resistir la tentación, toda esa belleza ahí entretenida me envuelve. Camino junto a L. y me fascina vivir esto con ella, sentir su emoción por estas flores nuevas, el pájaro que juega, el que canta, el otro que presentimos y que se esconde a nuestro paso. Sentir el momento, cada paso, ese algo tan inaprensible que te recorre, este despertar de la tierra que hoy es único. Siento mi paso en cada paso, vivo la frescura de los colores
celebro lo delicado,
lo obvio,
el suspiro,
su perfume,
la escultura,
su idilio,
el disfrute del momento mientras llega el mañana florecido para el paraje tardío,
el paseo tejido de verde,
el cerco de vida
vestido de blanco
y en violeta engalanado
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