domingo, julio 15, 2007

Este mar

Imparable mar, inmenso. Nunca igual, renace en cada ola, infatigable.

Nunca igual, nunca contigo. Tal vez por eso no te cansas. Es imán. Talismán también. Te lleva. Te empapa su sonido, su fuerza. Y a pesar de su imponente presencia, te libera. Tal es su plenitud

Ayer contemplamos esta playa a lo lejos. Hoy vivimos sus horas, su luz, su oleaje. Se agradece que no haya una multitud, sombrillas que desdibujen acuarelas naturales de nubes y cielo, poder caminar sin tener que sortear veredas, que las olas se multipliquen y rompan desprevenidas alargando sus orlas

Sientes fecunda la brisa. No es niña. O si lo es, es intensa y decidida como sus rocas y su historia,

el diálogo con su tierra en sus recesos,

sus esculturas

Nunca igual, nunca contigo. Imparable e inmenso. Incansable ese mar de claridades. Hermosísima mano que ofrece, reclama, busca, obliga, encuentra. Encuentro.

Ese mar.

Ahí donde el río desemboca, la calma adormece mientras las luces engañan al día. Un susurro y un silencio sueñan un azul distinto. De noche ya, otro mar

5 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

Sólo hay algo comparable para mí a observar el mar, que es observar el fuego de una hoguera. Pero es que el mar encima es arquitecto, artista y esto le hace todavía más impresionante.
Preciosas fotos y precioso texto.

Javier Menéndez Llamazares dijo...

Qué hermosas imágenes; me parece que, al final, no vas a querer volver a Madison...

Sherezade dijo...

Ay qué delicia de fotografías.
Qué descubrimiento tu blog!
gracias

Tawaki dijo...

Es curioso, pero todos los que nos sentimos atraídos por el mar coincidimos en señalar que nunca es igual.

Y la playa para vosotros solos...

Y esa barca entre atanto azul...

Raquel dijo...

Tawaki, ese bueno volver a ese mar cambiante y a esos días de playa vacía y barca entre azules. Ahora veo verdes cambiantes, amarillos, naranajs. Pero la presencia del mar siempre se mantiene, resuena en mi interior.