sábado, julio 14, 2007

Portugal, esa dulzura

No importan las horas de viaje si al final del trayecto el lugar te acoge, amable y dulce.
Autovías y vías rápidas tendidas sin límite no sienten la tierra; son eficaces, te regalan un tiempo que no rechazas, pero transforman el paisaje y crean uno propio. Son las más estrechas, las de antes, las que aún recorren los entresijos solicitando curvas, recovecos, subidas y bajadas, huecos. Te regalan un árbol, un viaje de costa, un desvío a ese pueblecito casi olvidado junto al camino.
Dejamos atrás olivos y encinas, campos de pastoreo, unos pocos de regadío. Plasencia, Cáceres, Badajoz… Ya en Portugal hacemos una parada para caminar Évora. Como otras veces, un paseo por esta ciudad de poco más de 40.000 habitantes revela ese pasado rico que dejó palacetes y mansiones, universidades, acueductos, iglesias románico-góticas y un sin fin de callejuelas y plazas en un laberinto finamente tallado en sus años de ocupación árabe. Es esta calle me roba el corazón,

y me sostiene ensimismada

Desde el Alto Alentejo vamos al sur. Es ahí donde la carretera se estrecha y unos pocos pueblos blancos van asoman sorprendidos e inesperados entre el verde de los pinares. En la costa del Bajo Alentejo, Vila Nova de Milfontes, y en él, una casita en un parque natural. Este es el lugar. Muy cerca, el mar. Llegas por el caminito de tierra (¿lo ves?, ¿lo sientes?). No tienes más que acercarte al acantilado para recibirlo

Me gusta su fuerza, el horizonte infinito, la desnudez

Al otro lado, otra ola al romper y otra mirada a un mundo aparte

y con las últimas gotas del días, ese sol que se desvanece sin esperas

3 comentarios:

Mariano Zurdo dijo...

Es fácil sacar bellas fotos en el paisaje portugués. Tiene rincones absolutamente imprescindibles.
Tengo un viaje pendiente de vuelta a Lisboa y alrededores que espero cumplir en no mucho tiempo.
Besos

Raquel dijo...

Estuve en Lisboa a finales de abril con mi familia y algunos amigos. Fue ahí donde decidimos volver ahora a Portugal. Maravilloso.
Sí, hay que volver. No te deja opciones.
Un abrazo

rakel dijo...

evora es mi ciudad, ahora. siempre será mi ciudad, aunque me marche. no sabes lo especial que puede llegar a ser, con lo pequeña que se ve, las sensaciones tan grandes que puede llegar a albergar. pero claro, yo hablo desde mi pasión por este lugar, por este pais, por lo que aqui he vivido.
gracias por recordarmelo.
beijinhos!