martes, julio 17, 2007

Vilanova de Mil Fontes

No sé mucho de esta Vilanova donde estamos. Temprano esta mañana salimos a caminarla. No se descubre un pueblo sólo caminándolo. Es sobre todo su gente la que te cuenta: hay que moverse a su lado, tomar el café donde lo toman, comprar el pan donde lo compran, aprender a pedirlo de esa manera, recoger su tiempo, su pausa, su forma.

En estos dos día, y a pesar de estar querer hacerlo, ho yes cuando nos acercarmos al puerto de los pescadores. Separado de lo que parece ser el centro (o al menos uno de ellos) del pueblo, se esconde en uno de los entrantes del acantilado, como si su lugar hubiera sido elegido para protegerse de un océano demasiado abierto en una costa moldeada por el azote constante del oleaje

Hay silencio, apenas si hay movimiento. Él, como nosotros, en calma pierde su mirada en ese mar incesante


Ahí están, quietas y detenidas. Cada una de las barcas necesita atenciones y, todas reunidas, forman una espera que no se inquieta, espera sabia.
Ésta es la barca que me reclama con su azul y sus gaviotas entreteniendo su vuelo


En el pueblo, esta luz me soprende, estos contrastes que juegan sin descanso

Vamos buscando la iglesia o alguna plaza. Suponemos que alrededor de ellas puede darse ese diseño de plano que ayude a orientarse, que reúna calles y viviendas de la parte más antigua del lugar. Encontramos la iglesia que,

aunque no lo sea, parece nueva, como todo lo demás en el pueblo. Sabemos que algunas casas no lo son. Se les nota por la pequeñez de sus puertas, la anchura de sus muros. Pero son estos contrastes de blanco y amarillo, o azules, o azules y verdes los que nos despistan, todo limpio, todo tan retocado que no aciertas a distinguir ni su edad ni su historia

A veces son otros pasteles los que asoman

Pero es esta intensidad la que asombra,

esta solidez de contraste y sencillez


Algo aquí te invita y entretiene. A pesar de ser un destino turístico, no es la vida del turista lo que decide el ritmo de Vila Nova. No aquí en esta parte del pueblo donde las calles se juntan y entremezclan, no un poco más allá donde la gente se mueve de un sitio a otro haciendo la compra diaria. Tal vez sea un poco más allá, en la avenida donde hay carteles anunciando que se alquilan habitaciones. Pero la cafeteria-pastelería parece estar llena de portugueses y la lengua que escuchas alrededor es portugués.
Algo tranquilo que no es pretencioso, que es amable y respetuoso.

Es fácil estar de vacaciones, no tener horario, poder caminar hasta el mar a cualquier hora del día y rozar sus olas desde una playa casi vacía, recibirle, jugar, descubrir su celo, su nostalgia, su generosidad, sus cuevas de piratas

desde donde inventar y esculpir,

construir,

abrir

o llegar

antes de un atardecer y una luna que completan el ciclo de un día tan sencillo y hermoso en Vilanova de Mil Fontes


Eso sí, me faltas tú.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Sublime Raquel, que contrastes, que paisajes. Como siempre. Es grato pasear contigo, muchas gracias por tus ventanas...

Anónimo dijo...

Veo que compartimos la pasión por los lugares y sus gentes.

Un placer querida niña!!!!!!

Te dejo un abrazo grandote.

Mariano Zurdo dijo...

Lo dicho, que estoy de vacaciones gracias a ti sin que se enteren mis jefes.
Un besazo y sigue disfrutando.

Raquel dijo...

Wilde, las ventanas son hermosas al abrirlas junto a otros y dejar que otros te lleven por un momento, dejarse llevar. Gracias!

Celeste, sí, lugares y gentes, eso es, ¿cómo sería si acaso no?
Recibo tu abrazo agradecida

Mariano, qué bien poder estar de viaje contigo, de verdad.

Tawaki dijo...

Bonitos contraluces. Las fachadas son encantadoras, tan limpias. Como dijiste en tu entrada anterior se respira un cuidado que falta en demasiadas zonas turísticas españolas. Yo me siento orgulloso de ser español pero reconozco que nos queda mucho por mejorar.

Raquel dijo...

Sí, nos queda mucho por mejorar a todos y en todas partes. En algunos países hay algunas cosas mejores que en otros pero en todos hay carencias. Las diferencias nos ayudan a ver nuestras necesidades.

Anónimo dijo...

um grande agradecimento pelo seu olhar magnifico sobre os portugueses
o seu coração derramou ternura sobre o nosso país
gostava imenso de conhecer a sua musica

uma sugestão volte a Portugal
beba um alvarinho de monção(Palacio da Brejoeira) com uma lagosta suada , no Porto das Barcas,nunca mais se esquecerá.

Raquel dijo...

Anonymous,
Portugal y Vila Nova se lo merecen. Ay! ¡qué recuerdos más bonitos!
Volveremos, sin duda.Y creo que si tomamos esa langosta asada y el alvariño en el Palacio da Brejoeira ya no vamos a querer irnos de allí nunca más.
Saludos y gracias por el comentario