sábado, julio 07, 2007

Un poco más al sur

Un poco más al sur de la capital, el paisaje de la provincia cambia. Las sierras le conceden un verde y unas montañas que contrastan con el ocre de los campos de la planicie, algunos segados ya, otros poblados de encinas.
En ese sur, hacia Cáceres, la montaña extiende sus brazos y entre dos sierras, la de Béjar y la de Francia, hay una zona un poco perdida entre otras de más renombre: está fuera de las rutas turísticas y sus pueblos no caben en las definiciones de aquellos de una u otra sierra; son pueblos que no lucen el esplendor y carisma que otros serranos pueden tener, no venden productos típicos ni artesanías que los identifique y no hay rutas de senderismo en sus alrededores ni atracciones para exploradores intrépidos o turistas extraviados. Son pueblos sencillos que viven de una agricultura para el consumo familiar y del ganado y sus derivados. Así es Lagunilla. En su invierno lo habitan unas 500 personas; en su verano pueden llegar a ser 2.500.

Hoy me acerco a este rincón del mundo del que no me canso. En él, una casa y su jardín, muchas historias vividas en el pasado y muchas en este presente, las que seguimos construyendo e inventando cuando las noches se dejan acariciar y su piel de madrugada te devuelve el beso sin titubeos, lunas maravillosas en el cielo más claro, estrellas tan luminosas que hasta parecen transparentes, golondrinas incansables de sol a sol y soles de atardecer que caprichosos juegan y ocupan todo su universo

Con toda su sencillez y su anonimato, este pueblecito, a caballo entre Cáceres y Salamanca, tiene mil rutas de noche y de día, y un abrazo permanente para quien lo quiere recibir

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi hermana también vivió en Cáceres jajajaj y estuve muchas veces, espectacular Extremadura por cierto, una región muy injustamente olvidada. A mi me flipo su naturaleza, de hecho, en tus fotos ya se ve mucho!

Bicos!

Raquel dijo...

Sí, muchos rincones ignorados en Extremadura.
Bicos para ti también